dissabte, 29 de desembre del 2012

VIGILANTIA

Las horas son nada, 
bellos sortilegios
entretenidos,
la manera de enrocar
un pensamiento con otro.

Trocar caminos,
dejar que la vista encuentre sus caras
ligando puntos en la memoria,
dejando que la sorpresa
juegue su juego, 
que el entusiasmo llegue, 
que busque su vuelo 
de palomas, como el azor
que espanta palomas
en el palomar.

Que se alejen, que vuelen,
que caiga alguna en mis garras
y pruebe su sangre caliente
y sane mi hambre,
mi angustia.

Que la esperanza prenda en mis plumas
como un incendio verde,
lejos de ser alcanzado
por la negrura de la noche albina
y sin esperanza.
¡Canasta!, ¡Satisfacción!, ¡Sentido!,
lo pleno, pleno.

La ardilla que orilla el bosque
de las manzanas,
el río que abre camino
en las montañas,
la explosión de los sentidos,
el descubrimiento de que aún encuentras
aberturas, puertas,
istmos a otros canales
y de estos a otros mares,
y de estos,
embudos de percepción,
saltar a otras metas
y a otras vidas.
Y así, como en una locura,
continuar interminablemente,
y darte cuenta de ello.

Repasar lo aprendido, 
olvidar lo culpable y lo perdido,
recoger el silencio
y esperar en vilo,
vigilia,
vigilantia.
Como el dragón que nunca duerme,
haciendo luz por el camino.

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